En La máquina de coser electrosexual (1935) muestra un delirio onírico donde el componente sexual se combina con la mecanicidad de la era industrial, a través de un cuerpo de mujer desnudo y tendido boca abajo, con una planta carnívora devorándole los pies y un chorro de sangre que cae sobre su espalda a través de un embudo proveniente de una cabeza de toro.